lunes, 28 de junio de 2010

Infidelidad (por Eugenia Ledesma)

Infieles por revancha.
Infieles por costumbre.
Infieles por amor,
O amor por ser infieles?

Seguramente al ver mi nombre en este escrito, muchos esperaran leer cosas obvias, o palabras como las que algunos ya leyeron o escucharon venir de mi. Pero hoy, acá, voy a intentar contar otra cosa, algo de lo cual solo se habla en grupos íntimos, amistosos o dentro de una pareja.
“Infidelidad”, según la real academia española: traición / deslealtad. Según mi pensamiento: insatisfacción, costumbre, aburrimiento, esas y tantas otras, son sinónimos y son la causa de la infidelidad.
En el siglo pasado, hablar de infidelidad o traición, era pecado, una aberración para las familias que lo sufrían. Una mujer que le era infiel a su marido era odiada por la familia y marcada como ramera, buscona. Obviamente luego del hecho, y de ser abandonada, y más allá de las habladurías ajenas, les era casi imposible encontrar pareja y por ende conformar una familia.
Por el contrario, en los hombres era mucho más común, visitar un “bar” o un “burdel” (en aquella época), con la excusa de tomar un trago o tan solo olvidarse se del trabajo y la rutina familiar. Allí ellos cometían las infidelidades diarias y terminaban la rutina comentándolo entre sus íntimos sintiéndose así más poderosos e importantes.
Pero volviendo a la actualidad, descubrí leyendo el libro “Las Infieles” de María Isabel Sánchez(1) , que las mujeres llegamos a ser tan o más infieles que los hombres, o tal vez más inestables amorosamente hablando. Ahora ya no somos tan vulnerables a la pareja, mientras que los hombres siguen al mismo nivel, y cada vez difunden más sus amoríos y/o trofeos sexuales, por que así, entre ellos, llegan a ser más catalogados como “machos” (¡machos argentinos!).
En cuanto a nosotras, a pesar de ser menos estables, solo difundimos las andanzas dentro de nuestro propio círculo de amistad, primero, porque no nos interesan las opiniones ajenas, con la opinión de nuestras amistades nos sentimos satisfechas o no, aliviadas u ofendidas, eso depende. Y segundo por que aunque nos cueste aceptar, la sociedad sigue teniendo un dejo de machismo, y si se enteran de nuestros rumores seguiremos siendo mal catalogadas.
A todo esto, volviendo a la importancia de la palabra, no solo se puede ser infiel a la pareja, sino también a un amigo/a, un hermano, padre o madre, a cualquier persona que nos confíe algo y nosotros faltemos a esa confianza. Eso es traicionar, y ser traicionado es el peor sentimiento (a mi pensar), que una persona puede sentir, más allá de todo lo que esto traiga atado a su lado, la traición, infidelidad, duele y mucho, más aún si lo que esto trae consigo es una perdida afectiva, emocional. Es muy difícil y lleva tiempo asumirlo y salir adelante con ese peso.
Bueno, en fin, a donde quería llegar con todo esto… sinceramente no sé. Solo se que a la larga o corta todos somos infieles en algún momento de la vida, en el amor, amistad, en las buenas o malas. La traición, la infidelidad te lleva a ser infiel, mal que pese es así, todos somos vulnerables y un poco vengativos cuando nos hacen daño.
Y perdón, por morboso que suene, a veces se siente muy bien.





(1) María Isabel Sánchez. Nacida en Buenos Aires. Periodista, locutora y docente universitaria.

martes, 8 de junio de 2010

Miradas

En un día frío y aburrido,
ellos suelen encontrarse
en un café.
A veces tan solo
se miran,
se admiran.
Otras son pura pasión,
sus labios se encuentran
y se unen
en eternos besos
fríos.
Llenos de sentimientos
vacíos.


Eugenia.


20 mayo 2010 - 00:34 hs.

Inspiración

Inspiración
sos vos
o el invierno
que nos pone
a prueba?
Quizás es pura imaginación,
esa que guarde
por tanto tiempo,
y de pronto salta
como las hormonas
en primavera.

(...)


Eugenia.

19 mayo 2010 - 02:56 hs.