domingo, 22 de marzo de 2020

Leonor.

Era un día normal. De esos en que la rutina no parece brillar.

La misma esquina. Una mañana poco agitada. La misma música. Clientes que van y vienen.
Los bocinasos de siempre. La negra esperando su alita de desayuno.

Y cuando nada parecía hacer el día especial.
Entra ella (llamemosla Leonor) de  aproximadamente 65 años, 1, 60 m de altura, ojos color miel , y pelo corto. Con su saludo cordial de siempre, al cual respondo "Buenos días muchacha, que se le ofrece?".
Entre charla de pedido nunca dejó de sonreír. En cambio Yo, agotada comento que necesito mis vacaciones para leer mucho.

"Acabo de llegar de visitar a mi hijo que vive en EEUU, me dice, me regalo el pasaje para poder ir a verlo y me quedé un mes allá "

"Wow, respondo, hermosas vacaciones! Espero las haya disfrutado mucho."

"Si claro que sí, a parte de ver a mí hijo pasee mucho, me compré dos libros, quizás  los conozcas, creo que son de auto ayuda o algo así (a lo cual dice los autores que ya no recuerdo)"

"Me gusta un poco lo de auto ayuda, realmente creo que hay algunos que son necesarios e Interesantes"

En eso mira hacia atrás, confirmando que no entre otra persona, sonríe y me confiesa:

"La verdad que estos libros me abrieron los ojos, y me di cuenta que debía soltar, y separarme definitivamente"

Atónita, no esperaba ese comentario la miro, y espero que continúe sin decir nada.

"Es que ya me separe 3 veces de mi marido, pero resulta que está enfermo y me daba culpa dejarlo sólo, pero él no es bueno conmigo, me maltrata, mandonea y me habla mal delante de la gente. Además antes de irme de viaje me sucedió algo hermoso.
En una esquina me encontré con mi primer novio ( pongamosle José , me cae bien)."

(José fue su primer novio, con el cuál se dejaron de ver ya que la mamá de Leonor descubrió  un affaire de él con quien  terminó siendo su esposa.)

En ese encuentro, José le cuenta a Leonor que su mujer había fallecido hacía un tiempo. Que a pesar de todo estaba feliz de volverla a encontrar.

Se conocían hace 50 años aproximadamente pero luego de su ruptura, pocas fueron las veces que se habían vuelto a ver.
Se intercambiaron teléfonos, y durante todo el viaje de Leonor por el norte de América, hablaron por mensajes y se acompañaron.
Al regresar ella al pueblo, deciden cenar,
"Se que cocinas rico como lo hacía tu mamá, así que mañana comemos juntos" dijo José en su último mensaje.
Mensaje que llevo a Leonor a comprar el menú que yo le vendí.

Luego de semejante historia.
Sólo pude recomendarle otro libro. Desearle felicidad y mucho amor. Afirmarle que aprender a soltar, aunque nos duela y cueste, jamás debe producirnos culpa, sólo debemos sentirnos plenos y libres.

Y su última frase antes de despedirse, que me produjo piel de gallina, me dio esperanzas y me hizo creer que el amor si existe:

"A José lo amé, y lo lloré mucho. Pero hoy que lo volví a encontrar, siento las mismas mariposas en la panza, y te juro que no exagero".

Gracias Leonor.


Historias de mostrador.

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